¿Recordáis que os hablé de una novela que había comenzado? Aquí os dejo un borrador, a ver qué os parece!
-No sé si quiero subir, la verdad-murmuró Alex, ruborizándose. Bruno sabía la humillación que suponía para ella, la orgullosa poseedora del título de campeona regional, admitir que le daba miedo montar a su propio caballo.
-Claro que quieres. Y lo harás. Estás preparada, lo sabes-la animó Bruno.
Alex tragó saliva y asintió, rozando su antebrazo derecho con las yemas de los dedos. Todavía le dolía, y le hacía recordar el fatídico día en que su caballo, Chex, la derribó por primera vez; su mirada aterrorizada, el sonido de sus cascos perdiéndose en la espesura del bosque, a todo galope, y el hecho de que la hubiera abandonado sin más. Hasta entonces, siempre había pensado que ella y su caballo eran uno. Ahora se había dado cuenta de que lo que impulsaba al animal en todas sus acciones era el miedo, no el entendimiento.
¿Cómo iba a montarlo ahora, sabiendo como sabía que él le tenía terror? ¿Cómo iba a conseguirlo, si ella misma sentía el miedo propagarse en su interior en aquellos instantes?
-Él confiará en ti, si tú le dejas hacerlo-murmuró Bruno, adivinando los pensamientos de la chica-. Olvidará todo lo que haya sucedido. Pero tú debes confiar en él, también.
-¿Y si sale mal? ¿Y si sigue teniendo miedo?-preguntó Alex.
-Chex tendrá miedo hasta que le demuestres que no debe temer nada. Y solo hay una forma de hacerlo. Vamos-respondió el chico, dando palmaditas en la silla de montar.
Alex avanzó hasta él, y, acariciando ligeramente su cuello en un gesto automático, subió a su montura. El caballo se quedó quieto, esperando sus órdenes.
La chica trató de imitar los suaves y casi imperceptibles movimientos de Bruno cuando le veía montar; intentó "hablarle" al caballo, sugerirle el próximo movimiento en lugar de imponérselo por la fuerza, al tiempo que mitigaba su nerviosismo.
Pronto comenzó a notar una diferencia: Chex había bajado el cuello y parecía tranquilo y relajado, tanto como ella misma empezaba a estarlo. Al no estar bajo la atenta mirada de su entrenador, sino siendo observada por los ojos cálidos y benevolentes de Bruno, notaba que la rigidez y la presión que siempre sentía cuando montaba a caballo se fundía como el hielo en primavera. En su lugar, solo quedaba la pasión que siempre le habían inspirado los caballos, y una sensación de descanso y alivio que no había sentido en mucho tiempo. Ahora ya no era la campeona regional de doma clásica, se dijo. Ahora solo era una chica adolescente más, haciendo aquello que le gustaba y disfrutando como nunca con ello. Invadida por todos aquellos sentimientos recién estrenados, miró a Bruno con emoción. Y, aunque no sabría explicar por qué, se dio cuenta de que él ya sabía lo que sentía, y de que se alegraba por ella.
¿Y bien? ¿Qué os ha parecido? Es un poco largo y este trozo no es demasiado divertido o interesante, pero es lo que tengo de momento... ¡Opiniones, please!
Un beso
Monica
Me encanta *-*
ResponderEliminarpues a mí me gustó ^^ El miedo es un buen tema
ResponderEliminarLo he amado. Con toda mi alma.
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