Aquel día me sentía tan distinta... tenía que ir al colegio, y ver a Dani, y seguramente estar a su lado la mitad del tiempo... La despedida del día anterior había quedado bien, como cuando le besé por primera vez, pero ahora, como entonces, no sabía qué hacer al verle de nuevo. Está claro que el hombre tropieza dos veces con la misma piedra, sobre todo si ese hombre es una mujer y se llama Paula...
El caso es que las ganas de ir al colegio se quedaron entre las sábanas, pero mi madre no es de ésas que dejan saltar colegio a cualquiera, y menos a mí, que no es que mis notas sean de matrícula de honor.
Fui al colegio y enseguida, como por arte de magia, topé con Dani. Él me miró un segundo, y parecía que iba a decirme algo. Yo estaba incluso dispuesta a escucharle, porque la furia del día anterior había dejado paso a una quemazón de remordimientos bastante considerable, pero de pronto apareció Nacho junto a mí.
-Ey, Paula-me sonrió-. Te he estado buscando.
Todos los recuerdos de la tarde anterior volvieron a mí al ver el rostro sonriente de Nacho. ¿Cómo podía Dani decir que un chico como él, totalmente normal, hacía cosas semejantes? No era posible, ni para él ni para ningún pirado de la calle. Era una mentira como pocas las hay, y no sería yo la tonta que me la tragase porque el pequeño Dani no quería que Paula tuviera amigos. Supongo que no se esperaba que hubiera alguien más interesado en mí. Pues si no sabe valorarme, que se aguante, pensé.
-¿Pasa algo, Dani?-preguntó Nacho con sorpresa al verle plantado ante nosotros de aquella manera.
-No pasa nada, Nacho. Vámonos-dije yo, altiva.
Ambos nos fuimos, y pude notar, sin poder evitar una punzada de dolor y tristeza, cómo los hombros de Dani se hundían imperceptiblemente al vernos marchar. Lo que más deseaba en aquel momento era ir con él, hablar con él, que me abrazase y caminase junto a mí; pero la presencia de otro chico a mi lado me lo impedía, y no quise dejarle plantado de aquella forma. Y menos después de la conversación que había tenido con Dani.
-Paula, ¿qué ha pasado con Dani?
-Hemos roto.
-Oh, lo siento-la expresión de Nacho era de auténtico sentimiento, o eso me pareció; y me gustó mucho que, aunque yo conociera sus sentimientos, pudiera condolerse de aquella forma por algo malo que me había pasado, aunque a él, supongo, le beneficiaba. Le dejaba camino libre... pero lo que no sabía era si yo querría abrir ese camino, o si no me apetecería hacerlo.
-Entonces no te va a "proteger" más-concluyó.
Aquello me sentó bastante mal tras la dulce sensación que me había dado su sentimiento de antes. No respondí: simplemente bajé la vista al suelo y esperé a que se diera cuenta de que no pensaba darle una respuesta a aquella pregunta.
-Lo siento-repitió él, y me cogió una mano-. ¿Voy demasiado rápido?
Le miré con incredulidad. Un minuto antes me había parecido tan majo...
-No vas demasiado rápido, simplemente... vas. Y nadie te ha invitado a que "vayas", ¿entiendes? No quiero tener ninguna relación, ya te lo dije.
-Pensé que ahora que ya no tienes a Dani...
-¡Rompimos ayer! ¿Es que no puedes tener un poco de cabeza? No es tan fácil olvidar a alguien, ¿sabes?
Me fui con el corazón encogido y las ganas de llorar presionando mi garganta. Estábamos solos en el corredor, por suerte.
Bueno, solos no. Sin que yo me diera cuenta, Dani se había situado unos metros detrás nuestro.
En aquel momento, sonreía con un afecto que casi parecía fraternal.