Capítulo 27: peleas y dudas

(del diario de Paula) 


Aquella tarde, Dani me llamó a casa por teléfono. Me preguntó si podíamos encontrarnos en el parque donde fuimos la última vez. Sonreí.
-¿Quieres crear recuerdos o qué?-bromeé.
-En realidad, tenemos que hablar-me respondió él.
Su tono parecía serio, así que asentí y le dije que nos encontraríamos allí en un cuarto de hora. Me cambié el chándal de estar por casa por unos vaqueros y una camiseta olímpica blanca. Se notaba que el tiempo estaba cambiando en Barcelona, y el día era realmente precioso. Subí por las ramblas hasta llegar al parquecito, y allí me encontré con que Dani ya había llegado, y unos chicos de unos años menos intentaban llamar su atención para que jugase al fútbol con ellos. Sonriendo al ver sus caras de curiosidad, me dirigí hacia él.
-Veo que eres el ídolo de los futbolistas-dije.
-Bueno, es normal. Creo que se nota a la legua lo bueno que soy.
-Claro, Dani, claro que sí.
Me senté a su lado en el banco de madera y me quedé mirándole en silencio. Al notar mi expresión interrogante, se giró hacia mí:
-Quería hablarte de Nacho.
-¿Por qué?-pregunté con curiosidad-. No me digas que estás celoso, por favor.
-No es eso. Es que he hablado hoy con él. Sobre ti.
No me gustó mucho eso de que hablaran sobre mí a mis espaldas, pero le pregunté:
-¿Y de qué habéis hablado?
-Bueno, él me dijo que dejase de hacer el numerito de ser tu novio, o algo así-comenzó, mientras yo arqueaba las cejas con sorpresa-. Yo le dije que no era ningún numerito, pero él dijo que tú no eras... bueno... la más solicitada de la clase, y...
Me quedé de piedra. Aquello sí que me había llegado. Me daba igual lo que ese medio desconocido dijera de mí, la verdad, pero eso de que Dani me lo repitiera así, a la cara... era un golpe bajo. Esperé a que me dijera que le había pegado, yo qué sé, lo que hacen los tíos en las películas cuando se habla mal de la chica, pero él siguió con su discurso:
-Y entonces le dije que por qué te iba detrás entonces. Y me respondió que era porque él, en Connect3, se prometió que nadie le dejaba nunca, que conseguiría salir contigo para después dejarte sin más, para cumplir su promesa.
-¿No te parece que es un poco... de psicópata?-le pregunté yo, con el tono más dudoso que había puesto nunca.
-Eso es lo que pensé yo. Por eso creo que has de alejarte de él-terminó Dani, con una sonrisa.
Yo me levanté del banco. Ya casi no me quedaban ganas de pelear con él. Estaba harta de aquella situación: siempre lo mismo, pelear todo el tiempo... no podía más. Sin siquiera alzar la voz, contesté:
-Yo lo que creo es que te da rabia que alguien más quiera salir conmigo, y para que no pase nada (debes creerte que soy así de traidora) me encajas una trola en la que acusas a un chico que no conoces, y encima, para que sea más creíble, me recuerdas que no soy como Alexis, que soy vulgar y que en la clase nadie quiere ir conmigo. ¿Pues sabes una cosa? Que ya estoy harta de la situación, de ti y de tus tonterías. Y no quiero pasar la vida discutiendo contigo, ni con nadie. Si no somos capaces de pasar una semana, una sola, sin pelearnos, es mejor que lo dejemos.
Me fui del parque con aire de dignidad ofendida, que era exactamente como me sentía en aquel momento. Siempre había pensado que sería duro dejar a alguien, pero en aquel momento estaba tan furiosa que no tenía tiempo para sentirme triste.
Aunque, en el fondo, notaba algo que se había... roto dentro de mí.
Y el sentir los ojos de Dani, atónitos, clavados en mi nuca, no ayudaba a sentirme mejor.
Pero se había terminado. No más Dani. No más peleas.
No más ilusión...