Mi yegua

Creo que nunca os lo he dicho: tengo una yegua. Es una yegua de cría, es decir, que no puedo montarla porque es prácticamente salvaje: simplemente la usan para "producir" potros, eso sí, sus potros son de los mejores del mercado, que conste :)
A pesar de que mi yegua es así, de cría, nos hemos criado juntas, desde que yo tenía cinco años, como si fuéramos hermanas. Mi padre me la regaló a los ocho años, por mi primera comunión, pero ya me había anticipado ese regalo a los cinco, por eso siempre estábamos juntas en la hípica.
Hoy me he dado cuenta de que ese vínculo que habíamos creado, esa comprensión incomprensible, ya que nunca he sabido cómo ella sabía estarse quieta cuando yo lloraba a su lado,  o cómo era posible que me siguiera a todas partes cuando entraba en su cuadra. También sabía estar inmóvil cuando le cepillaba, aunque de vez en cuando me coja por sorpresa y me de un ligero cabezazo en la espalda, como recordándome que tras el cepillado ha de obtener el premio de una zanahoria.
Ahora, ese vínculo se ha roto, y por eso quiero recordarla, hacer un inciso, un in memoriam, aunque ella siga aquí, para que, al menos de forma online, no la olvide.
La siguiente foto no estoy segura de que sea ella, pero de todas formas el caso es que la yegua que tengo la suerte de tener es así: