El barrio del Raval

¿Quién querría pasar una tarde de viernes haciendo buenas obras? Yo no, desde luego. He pasado una semana cansada, llena de exámenes y estudio, y noches sin dormir preocupada por mi abuelo... ayer no podía más. Sólo quería salir con mis amigas y divertirme.
Pero resultó que mis amigas tenían ideas muy distintas a las mías de cómo pasar un viernes tarde-noche... y yo, por no quedarme sin planes, les seguí el rollo.
Fuimos a visitar, acompañadas de una adulta, a una mujer que vivía en el barrio del Raval. Se llama Josefa. Tiene 82 años y vive sola, con su gato. La pobre apenas puede salir de casa, y sólo recibe las visitas de sus hijos y nietos...
Entramos por las Ramblas de Barcelona para dirigirnos al Raval. Antes de entrar, todo eran estatuas vivientes, creperías, paradas de flores y vendedores ambulantes, con miles de personas que iban en parejas a ver el espectáculo de la ciudad en su mejor momento.
Sin embargo, al entrar en el barrio, todo era distinto. La mayoría de la gente era de color, aunque la verdad es que eso apenas me hace sentirme incómoda (soy antiracista hasta extremos un poco sorprendentes xd). El caso es que todo era bastante islámico, pero me gustaban los brillantes tejidos con los que vestían las musulmanas, y aunque había personas extrañas, algunas parecían formar parte de la gran familia que es el barrio.
Hemos hablado con Josefa, y ha resultado ser una mujer locuaz y muy cariñosa. Parecía emocionada por nuestros cumplidos y encantada con nuestra conversación. Me ha gustado mucho y espero volver a verla.
Eso demuestra que los peores lugares guardan a las mejores personas, ¿no?