Carta a mi abuelo

Querido Avi, 
antes, hace sólo tres o cuatro días, apenas me preocupaba tu ingreso en el hospital. ¡Te pasas tanto tiempo yendo y viniendo de allí! Ni siquiera a ti te preocupaba tanto entonces; aunque parece ser que tampoco te preocupa ahora. 
Lo sé, estás preparado para la muerte. Pero yo no; yo nunca he afrontado la pérdida de un ser realmente conocido y querido en mi vida, y no quiero empezar por ti para empezar a enfrentarme a la muerte. Me podrías decir, y sé que lo harías si leyeras esta carta: "¡vamos! ¡sé optimista, ten esperanza! Yo la tengo". Pero tu esperanza es muy diferente de la mía; tú quieres irte al cielo, reunirte con tu mujer, que te espera desde hace más de diez años. Quieres verla, sentirla a tu lado y velar por tanta gente a la que dejas aquí, atrás, mientras te reencuentras con todos los seres queridos que te dejaron antes a ti. 
Mi esperanza, en cambio, es de que vivas; sólo te pido un año más... un año para poder recuperar todos los momentos que he perdido en tu compañía, para poder tener más charlas de las nuestras, sobre tu brillante juventud, tus inteligentes salidas para cualquier problema, tu increíble capacidad de aguantar una guerra que se prolongaba cada día más, y de la que tú, con trece años, tenías que proteger a tu madre y hermanas. Quiero rememorarlo todo, quedarme sin dudas, que no quede el: "tenía tanto que decirle aún..." que todo eso no me ocurra a mí. 
Aún no te has ido, lo sé; aún puedo ir a verte una vez más. Pero cuando te vea, sabré seguramente que esa visita será la última, la última vez que oiga tu risa, que sienta un beso tuyo y que pueda abrazarte mientras me cuentas, con una sonrisa paciente, que "en realidad no tienes nada". 
Morirás en poco tiempo, probablemente aguantarás menos de una semana. Espero que para entonces, cuando ya te hayas ido con Dios, con tu mujer, con los amigos que se fueron antes que tú, y estés en el Cielo, allá arriba, mirando a todos tus familiares y amistades (¡han sido tantas!! ¿verdad?) te acuerdes de tu nieta, que no se olvidará nunca de ti, y espera que tú tampoco te olvides de ella. 
Te quiero, abuelo; quédate un ratito más conmigo.