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sábado, 18 de diciembre de 2010

Capítulo 12: en el parque...

(del diario de Dani) 
Estaba en el parque, esperando desde hacía unos cinco minutos, pero se me hicieron interminables. A pesar de que había intentado disimularlo frente a ella, me moría de ganas de volver a verla, de escuchar el sonido de su voz cristalina, de ver relucir aquellos ojos castaños, llenos de ingenuidad, brillando de furia cuando la fastidiaba, y de culpabilidad durante aquella mañana de clases, como no los había visto antes. Necesitaba verla, era más que un capricho o un simple deseo... era una necesidad.
Entonces llegó por el camino de tierra rodeado de piedrecitas que conducía hasta el parque, hasta los columpios en los que me encontraba. Caminaba con lentitud y algo de nerviosismo hacia mí, sin atreverse a componer una sonrisa, o siquiera a mirarme a los ojos. Llevaba un chubasquero amarillo para protegerse de la fina lluvia de diciembre, y unos vaqueros azul oscuro. El pelo suelto por los hombros, como una cascada de tonos castaños y rojizos, algo húmedo por la lluvia. Sentí de nuevo ese pinchazo en el estómago al verla, ese vuelco que me daba el corazón. Sentí como si pudiera salir volando en aquel momento, pero me contuve, porque necesitaba hablarle. 
-Hola-dijo ella, con voz tímida, como si estrenase las palabras.
-Siéntate-le respondí, intentando no parecer enfadado. Ella se sentó junto a mí, en el columpio. Parecía que fuéramos una pareja, pero eso no se lo dije, claro. 
Comenzamos a hablar; ella me explicó lo que había sentido por Mark, las veces que había confiado en él, y el daño que le había hecho que yo no se lo hubiera dicho desde el principio, porque le había dicho cosas a Mark que a Dani jamás habría pensado en decirle, cosas de su vida personal, que no eran para conocimiento de nadie más. 
Yo sabía que ella hablaba sinceramente y tratando de ser lo más amable y recatada posible, pero sus palabras se me clavaban en el corazón como agujas al rojo: ella quería a Mark, no a Dani... lo había sabido desde el principio. Me maldije de nuevo por haberle revelado mi identidad, aunque sabía que había hecho lo correcto. 
-Yo sólo quería acercarme a ti; ya te he explicado por qué...-le respondí sin mirarla. Noté sus ojos clavados en mí, pero no quería ver la compasión que debía destilar toda su persona. 
Sin embargo, lo que dijo fue muy distinto: 
-Lo entiendo. Yo... bueno, la verdad es que... creo que me pasa lo mismo, aunque no estoy segura.
-Yo tampoco lo estoy-respondí, sintiendo una oleada de alivio en mi interior. Paula tenía mi mismo problema. Era un gozo poder compartir mis pensamientos con alguien que los entendía, la verdad-. Pero cada vez es más fuerte... ¿sabes? Es raro hablar de la chica que me gusta con la chica que me gusta. 
No pareció que aquello le gustase demasiado a ella. 
-Pensé que era la chica a la que querías-dijo con sorna, sonriendo maliciosamente, aunque sabía que buscaba una verdadera respuesta. 
-Y lo eres. Pero como he dicho, no estoy seguro de absolutamente nada.
Nos quedamos callados, balanceándonos silenciosamente en los columpios. Pensando, compartiendo el silencio sin que ello resultase incómodo. Compartiendo las mismas reflexiones, aunque no pudiéramos leer la mente del otro. Fue un momento increíble, mágico...


(del diario de Paula) 
Entonces él se acercó a mí, y me dijo: 
-Así que está todo claro.  No sabes cuánto siento todas las veces que te he molestado este curso. Ojalá hubiera sido así desde el principio... así no querrías a Mark más que a Dani-bromeó. Sin embargo, pude leer la verdadera preocupación que contenía aquel comentario en sus ojos. 
Nos levantamos de los columpios. Ya habíamos hablado, y era hora de irse. Justo antes de que cada uno tomase su camino, le dije: 
-Yo no quiero a un muñeco virtual... yo quiero a un Dani como tú.
Él sonrió brevemente, y pensé que iba a besarme. Debió de pensar lo mismo, pero en el último segundo le faltó el coraje, y se me acercó una milésima de segundo para dejar la huella de sus labios en mi mejilla, antes de darse la vuelta y desaparecer entre las calles soleadas al atardecer.
Aunque sólo sonreía, mi corazón daba saltos de euforia en mi interior, por aquel  beso que no llegamos a compartir, y por aquella intimidad confiada que había conseguido él con un simple beso en la mejilla. 

5 comentarios:

  1. qué lindo, me encanta imaginar la escena en los columpios y los momentos de silencio compartido:)

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  2. waaa, me ha encantado!! k bonito, me lo imagino todo...precioso

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  3. ¡¡Me ha encantado!!
    Al imaginarmelo, como Kelly, ¡ha sido hermoso!

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  4. ke bonitoooooooo, te ha qedao genial
    me a encantado a sido precioso!!
    un besooooo ;)

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  5. bieeeeeeeennnnnnn!!!!!! al fin se arreglan las cosas. vuelvo a decirte que como se te ocurra darle ahora un "giro inesperado" a la historia te voy a estrangular con mis propias manos.
    espero que el próximo capítulo sea igual de bueno, no bajes el listón, srta. fuente.
    un beso

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